5 de abril de 2016

La "calle del Pintor Sorolla", verdadera arteria financiera de Valencia.

La calle del Pintor Sorolla es hoy centro del eje financiero de Valencia entre la calle del Poeta Querol y la plaza de Alfonso el Magnánimo. En tiempos se llamó plaza de las Barcas como continuación notablemente ensanchada de la actual calle de las Barcas hasta que en julio de 1900 se decidió dedicarla al más notable de nuestros pintores con una placa realizada por Mariano Benlliure.  Esta zona estuvo ocupada por el antiguo barrio de pescadores, lugar donde calafates y vendedores de aparejos suministraban de sus artes a los pescadores del Grao. Pero el inicio de la calle se conoció también como “de la morera” por el enorme y viejo árbol que allí hubo y que se puede observar en el plano del Padre Tosca y que dio lugar a la conocida Farmacia de la Morera. Al demolerse, esta farmacia su solar lo ocupó uno de los edificios más vibrantes de la ciudad, la del antiguo Banco de Valencia, compendio de estilos para resultar de un eclecticismo delicioso, cuya obra se encomendó a arquitectos de la talla de Traver, Almenar, Davó y Goerlich. El final de nuestra más simbólica institución financiera es conocido por la gestión infame y analfabeta de tantos mediocres que han colocado el nombre de nuestra ciudad como el paradigma de la corrupción más indecente.
 Otro magnífico palacio es el que fue de la familia Caro hasta que fue habilitado por el Banco Urquijo. En relación a los Caro hay que decir que su magnífico palacio de la calle Almirante ha sido rehabilitado con exquisitez y sabiduría, elementos muchas veces ausentes en rehabilitaciones de nulo gusto en nuestra ciudad, por Santiago Máñez Testor para convertirlo en el Hotel Caro, verdadero ejemplo de cómo se puede actuar en un edificio histórico con respeto, compromiso y sabiduría. También el Palacete de los Pescara nos da un ejemplo de solemne arquitectura en esta calle sorollesca. Finalmente destacaré el edificio del antiguo colegio de la Presentación y Santo Tomás de Villanueva, fundado por este santo en 1545 y tenido como el primer seminario del mundo adelantado a las disposiciones del Concilio de Trento. De aquel edificio  demolido sólo subsiste la propia presencia de la institución en un edificio impersonal que muestra en su entrada el medallón que hubo sobre la fachada de su antigua iglesia.