La larga y rectilínea calle del Mar tiene salidas por la
plaza de la Reina y la calle del General Tovar. Esta fue la resultante de la
unión de distintos tramos pues en un principio lo era sólo el tramo que iba
desde la plaza dels ams o de los anzuelos, actual del altar de San Vicente,
hasta la propia puerta del Mar de la muralla cristiana, quedando por tanto
extramuros de la antigua muralla árabe. Arrancando desde la plaza de la Reina
el primer tramo que encontramos sería el de la antigua plaza de la Figuera,
posterior plaza de Santa Tecla por tener allí el convento esta orden agustina,
que procedía de su convento de la calle Corona, posterior Beneficencia, y que
dieron esta advocación por ser patrona de Tarragona y asentarse aquí
repobladores procedentes de esta ciudad. Hay que recordar que el renombrado
Cristo del Rescate vino con esta orden y que, tras varios avatares, encontró
acomodo en la iglesia de San Esteban que es donde actualmente se encuentra. El
siguiente tramo sería el que se llamó Carrer Nou y también carrer de la
Cristiandat vella, desde las actuales calle de las Avellanas hasta la de San
Cristóbal, y que presenció cómo, tras el pogrom o invasión de la judería de
1391, la primitiva sinagoga mayor fue convertida en 1409 en convento de las
monjas de San Cristóbal tras encontrarse milagrosamente en el subsuelo de la
citada sinagoga una imagen de este santo. Posteriormente se llamó de “en
Pujades” por tener los condes de Anna su casa en este lugar. Fue en el año 1868
cuando abandonaron el convento presionadas por la Junta Revolucionaria pues se
decidió demoler este convento y el de Santa Tecla para ensanchar la calle por
lo que se trasladaron al Convento de clarisas de Jerusalén, primero, al de los
Antonianos de la Calle Sagunto, después, y, finalmente, los vendieron para
adquirir unos huertos lindantes con la calle de Alboraya que es donde se ubica
su convento en la actualidad.
Enfrente del que fue convento de las agustinas se encuentra
el magnífico Palacio de los Valeriola, suntuosa mansión que fue sede del
periódico “Las Provincias”, que estuvo durante demasiados años en situación de
reclamación al ayuntamiento por parte de sus propietarios con carteles
reivindicativos incluidos, y sede del Pub Juan Sebastián Bach que tenía fieras
enjauladas en su patio. En fechas recientes ha sido felizmente adquirido por la
Fundación Hortensia Herrero para ser rehabilitado y ser sede de un centro
cultural. Lindando con este y separados por un estrecho callejón hoy tapiado y
que se llamó calle de las Penas por transitar por ella la procesión del Cristo
de las Penas desde San Juan del Hospital encontramos el palacio de los Valero
de Palma con fachada a la plaza de San Vicente Ferrer. Nuestra calle fue
igualmente testiga de las procesiones penitenciales que ex cautivos trinitarios
hacían por nuestra ciudad en acción de gracias por su liberación y de las que
Cervantes pudo haber sido partícipe. El siguiente tramo se llamó plaza dels ams
o de los anzuelos, después “altar de San Vicente”, por tener algún comercio en
el que los pescadores se proveían de material para la pesca y que conoció del
milagro que San Vicente obró sobre el hijo de Miguel Garrigues al sanarle y que
cuenta con el retablo cerámico alusivo. Adosada al palacete de los Vallvert, se
encuentra la iglesia de la casa natalicia de San Vicente Ferrer, que fue
pasando en manos del convento de Predicadores, gremio de boneteros y el Consejo
de la Ciudad. En 1915 retornó a los Predicadores y en 1950 se resolvió darle un
nuevo aspecto integrando la iglesia, el pouet, su casa natalicia y las bellas
cerámicas que la adornan. Por último, encontramos el edificio sede de la obra
social de Bankia, magnífica construcción heredera del solar donde estuvo hasta
1932 el palacio de los Castrillo y de Orgaz.