La Plaza de la Virgen es, de
seguro, la más emblemática y querida de Valencia. Con accesos, principalmente,
desde la calle Micalet, Caballeros, Navellos, Bailía y Horno de los Apóstoles,
se enclava en lugar de la Valencia fundacional romana, en la intersección de su
cardus y decumanus, lugar donde antaño se ubicó su Foro y hoy una placa en
medio del suelo de la plaza nos recuerda cómo Valencia fue fundada en el año 138 A.C. aprovechando la venida de soldados
veteranos que fueron a luchar contra Viriato en la Lusitania. Los musulmanes,
por su parte, convirtieron el lugar en el más adecuado para albergar su
mezquita mayor en el centro de su medina y se aprovechó la Puerta de los
Apóstoles de la catedral ya cristiana para que fuera el escenario glorioso de
las sesiones del tribunal de justicia vivo más antiguo de Europa como es el
Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia. Sucesivos nombres aprovecharon la
coyuntura política para definir los tiempos que se vivían: El más tradicional
fue el de plaza de la Seu por hallarse allí la catedral. Pero también en el año
1408 sabemos que se llamó “del pes de la palla” por hallarse el servicio de
pesaje de esta materia tan apreciada. También se llamó “plaza de les Corts” por
hallarse inmediata a ese edificio cuando estuvo en el actual Palau de la
Generalitat, “del Estatuto”, “plaza de Fernando VII”, “de la Constitución” en
el S.XIX, “de la República Federal” en 1875, “plaza de Vinatea” durante la
Guerra Civil y, finalmente, “plaza de la Virgen” desde 1940.
La plaza tuvo unas dimensiones
más reducidas en 1956 pues la actual es producto de la demolición de una
manzana de casas que después ubicaron la Tómbola Valenciana de Caridad del
Arzobispo Olaechea y también su aspecto pues existió hasta los años 70 una gran
fuente en el lugar donde se ubica la gigantesca imagen de la Virgen para recibir
las ofrendas florales en las fiestas falleras y que fue sustituida por la que
conocemos unas decenas de metros más allá y que representa al rio Turia con las
ocho acequias que nutren sus aguas. Antes de construirse la Basílica, el aspecto
lo dominaba la “obra nueva de la Catedral” con sus arcadas a modo de balcones
corridos que alojaban la capilla a la que se trasladó la imagen de la Virgen de
los Desamparaddos desde la ermita del Capitulet del antiguo Hospital dels
folls, ignoscens e orats. Cuando se decidió construir en 1667 una casa más
digna para la patrona se la dotó de un edificio basilical de planta
cuadrangular, ovalada en el interior y con una magnífica cúpula ornamentada con
pinturas murales de Palomino. En el altar mayor la Virgen es flanqueada por dos
figuras marmóreas de San Vicente Mártir y San Vicente Ferrer. Frente al
edificio basilical, la conocida como “Casa Vestuario” se destina a lugar para
deliberaciones del Tribunal de las Aguas y biblioteca. Más allá, los jardincillos
del Palau de la Generalitat o “jardincillos de la Audiencia” ocupan el solar en
el que antaño se situaba la antigua Casa de la Ciudad o Ayuntamiento desde 1342
antes de trasladarse a mediados del S.XIX a la Casa de Enseñanza del Arzobispo
Mayoral. Igualmente, el altar de la pila
bautismal de Sant Vicent Ferrer coloca aquí su tablado para la representación
del miracle y no menos emocionantes son el traslado de la Virgen desde la
Basílica hasta la Catedral y la estampa que ofrece la plaza en la procesión del
Corpus cuando sus “rocas” la atraviesan. En suma, el teatro perfecto de los
sueños valencianos.