La Plaza de la Compañía, con
accesos desde la Calle de la Cenia, Lonja, Cordellats y de las Danzas, se llama
así por asomar la fachada principal de la iglesia de los Jesuitas, edificada en
el año 1896 en sustitución de la que en el año 1868 mandó demoler la Junta
Revolucionaria. Es reseñable la historia del jesuita con gran fama de santidad
llamado Martín Alberro, que tenía una grandísima devoción por la Virgen
María, y que tuvo un sueño en el huerto del Colegio de San Pablo en
que la Virgen se le apareció y le mandó buscar quien se encargara de pintarla
tal y como él la veía. Fue entonces cuando fue avisado Juan de Juanes,
el famoso pintor, para que la pintara con el título de la Inmaculada
Concepción al dictado de las instrucciones del padre Martín. Así se
hizo y el lienzo
hoy se halla en un altar
de la iglesia de la Compañía de Jesús y a su lado una losa de mármol
relata esta historia. Cuando con la Revolución de 1868 se derribó esta iglesia,
la pintura pasó a la Capilla de la Comunión de la iglesia de los
Santos Juanes y después al Museo de Bellas Artes que estuvo en el Convento
del Carmen, para volver finalmente al altar donde se halla actualmente. Antiguamente
se la llamó Plaça de les Pançes por una casa que vendía este producto y en el
año 1840 de D´Ocon. Pero nuestra plaza se hizo célebre porque en ella se inició
el levantamiento del pueblo valenciano contra la invasión francesa, promovido
por un modesto vendedor de pajuelas de azufre llamado Vicent Doménech, el
“Palleter”. Este, indignado por la abdicación de Fernando VII y el avance de
las tropas francesas, declaró la guerra a este ejército marchando a la Plaza
del Mercado donde rasgó ante el pueblo el papel sellado que anunciaba el nuevo
orden. Esa efemérides de Mayo de 1808 fue inmortalizada por lo Rat Penat en una
placa que se halla en la fachada posterior del patio de los Naranjos de la
Lonja que recae a esta plaza.