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15 de junio de 2015

La "calle de la Paz" homenajea el final de la guerra de 1868 o "Revolución Gloriosa".

La “Calle de la Paz” fue proyectada alrededor de 1868 al no existir una calle que comunicara la Glorieta con la actual Plaza de la Reina. Su inicio por tanto a la altura de Santa Catalina se formaba por un laberinto de callejuelas que tuvieron nombres tan sugerentes como Capugers, ya que aquí vivían los operarios que fabricaban capuchas, Capsllevats o Forn de la Ceca. Este último merece resaltarse pues aquí estuvo la Casa Real de la Ceca, lugar donde se acuñaba moneda y cuyo alcaide fue en tiempos Luis de Santángel.  En el año 1878 se le puso el actual nombre en recuerdo del final de la guerra de 1868 que supuso el destronamiento de la reina Isabel II, aunque entonces sólo abarcara desde la Plaza de la Reina hasta la Calle de Luis Vives. En dos momentos posteriores llegaría ya hasta la actual Calle Bonaire y, finalmente, hasta la Glorieta ya en el S.XX. Es curioso que a lo largo de su historia esta calle cambiase sucesivamente de nombre alternando el de Peris y Valero por el actual de Calle de la Paz. Esta, que es una de las más señoriales, transitadas y nobles de la ciudad por culminar en la bellísima torre de Santa Catalina, ha albergado establecimientos de la solera del Café “El Siglo”, la “Real Sociedad de Tiro de Pichón”, la “Sociedad Valenciana de Agricultura” y el restaurante “Ideal Room”. 

10 de noviembre de 2014

La "Plaza de los Fueros" recuerda tras las Torres de Serranos a nuestro ordenamiento jurídico original.



La actual “Plaza de los Fueros” es la que se conoció de antiguo como Plaza de Serranos y que se originó al derribar varias casas viejas y techar parte de su espacio para albergar la antigua estación de autobuses. Con acceso desde Roteros, Blanquerías, Náquera y Conde de Trénor, la magnífica Puerta de Serranos que la preside presenció la entrada de reyes y embajadores como la más ilustre bienvenida a la ciudad. Se cree que el primer rey que hizo su entrada en esta plaza a través de la puerta fue Martín I el Humano en el año 1404. Igualmente presenció a los madereros que bajaban troncos por el rio Turia y a los viajeros que, no siendo puntuales en la entrada de la ciudad, se quedaban ante sus puertas cerradas “a la luna de Valencia”. También fue testigo de la salida de los restos de los ajusticiados que se dirigían al Cementerio del Carraixet acompañados por la imagen de la Virgen de los Desamparados y sus cofrades y, actualmente, de la crida de la Fallera Mayor para que los valencianos se unan a las fiestas falleras. El nombre de “Serranos” proviene de que esta era la puerta que daba entrada a los provenientes de los pueblos de la serranía y ocupaba lo que fue con anterioridad la puerta árabe de alcántara junto al portillo de Roteros. Su constructor fue el maestro Pere Balaguer y pudo fijarse en la entrada del monasterio de Poblet para realizar su más inmortal obra, fortaleza militar, arco de defensa, prisión y lugar de acogida de obras del Museo del Prado durante la Guerra Civil. Igualmente curiosa es la campana de bronce que en su parte trasera nos recuerda el aviso que en la Guerra de los Pedros se realizaba a la población valenciana para su defensa y que tenía su continuación en los toques del Micalet. Una hendidura podemos observar como fruto de una granada que la dañó durante la Guerra de la Independencia. Igualmente me parece interesante decir que la estructura de su pared trasera es abierta para que no fuese lugar con el que poder atacar a la población valenciana desde el interior. El hecho de que, junto a las Torres de Quart, fuese prisión hizo que se salvase del derribo de la muralla y del resto de las torres decretada por Cirilo Amorós en el S.XIX. Finalmente, los Fueros que dan nombre a la plaza fueron las normas que rigieron la vida valenciana durante siglos y que fueron abolidos por el rey Felipe V al finalizar la Guerra de Sucesión.