30 de marzo de 2016

La actual "plaza del Ayuntamiento" arranca de la demolición del antiguo convento de San Francisco.

La actual plaza del Ayuntamiento se ha convertido en el centro neurálgico de casi todas las grandes celebraciones de la ciudad. Pero no siempre fue así. Ocupada en sus orígenes ya desde 1423 por el magnífico convento de San Francisco todas sus reformas posteriores traen causa en la demolición de aquel cenobio. Ese se conectaba con la actual calle de San Vicente Mártir por la conocida como “deballada de Sant Francesc” y la extinta plaza de Cajeros y sus sucesivas rotulaciones venían motivadas por los aires políticos de cada momento. Así, se llamó plaza del General Espartero en 1840, de Isabel II en 1843, de la Libertad en 1868, de nuevo plaza de San Francisco en 1874, de Emilio Castelar en 1899, del Caudillo en 1939, del País Valenciano después y, finalmente, del Ayuntamiento desde 1987. Entre los notables edificios que la ocupan debemos nombrar el Edificio de Telefónica, ocupado antaño en sus solares por la cabecera de la antigua estación de los Ferrocarriles del Norte de España que traía su playa de vías hasta aquí en 1851 hasta que fue trasladada a la de la calle Játiva. De su más conocido edificio como es el Ayuntamiento diré que en 1897 comenzó a construirse la fachada principal ya que en 1854 se había declarado en ruinas la antigua Casa de la Ciudad que ocupaba los actuales jardincillos de la Generalitat y se trasladó de forma provisional a la Casa de Enseñanza del arzobispo Mayoral en la calle de su actual nombre. Cuando esta fue insuficiente se decidió con los solares de la antigua iglesia de la Sangre convertirlos en el conjunto consistorial que hoy conocemos. 
El Palacio de Correos y Comunicaciones muestra en su fachada estatuas que representan las cinco partes del mundo junto con distintas representaciones del mundo de los envíos. También es notable el edificio del Ateneo Mercantil, institución que, tras pasar por distintos lugares de nuestra ciudad, adquirió los solares de esta plaza y puso su primera piedra en 1934. Su vecino Cine Rialto nos trae trazas del mejor art decó de la época. El antiguo Palacio de Jura Real, en la esquina con la calle de la Sangre, nos trae recuerdos de la conocida animadversión entre las familias de los Castillo y los Merita y de cómo desembocó aquella historia en el “nano del carrer en Llop” del que hablamos al tratar de esa calle. Igualmente reseñables son los edificios de la Equitativa, con su gran diosa de la Justicia presidiendo su tímpano, y el de Generali, con el gran león vigilante de los aconteceres de la plaza. Respecto a la estatuaria, obras notables de Benlliure como la del Pintor Ribera, que actualmente se halla en la plaza del poeta Llorente, y la del Marqués de Campo, hoy en la plaza de Cánovas, se ubicaron aquí en su momento. También la ecuestre del caudillo Francisco Franco pululó por estos lares hasta ser sustituida por la de Francesc de Vinatea, férreo defensor de nuestras leyes forales. La dispersión de viejos quioscos de venta de bebidas y de flores fue resuelta en 1939 por el arquitecto Javier Goerlich con la plaza más bella que aquí hubo, una gran plataforma triangular a la que se accedía en alto por unas escalinatas y que contaba con tres fuentes en sus ángulos representando a las tres provincias de la Comunidad Valenciana. En sus sótanos se ubicaron los kioscos de flores y en su parte superior, rodeada por una barandilla, un óculo circular permitía ver los comercios de flores de la parte inferior, llamado así popularmente la “tortada de Goerlich”. En 1953 se decidió acabar con aquella bella remodelación para dar paso a la impersonal que conocemos. Otros edificios a mencionar serían la casa Noguera, la casa Suay y, en la esquina de la calle de las Barcas, donde hoy se alza el más nefasto de los edificios de la plaza, recordar que estuvo el “Gran Hotel y Fonda de España” que llenó con su pequeño autobús el tránsito de los viajeros desde la vieja estación de ferrocarriles hasta sus instalaciones.